Pirineos 176
Enero-Diciembre, 2021, rb001
ISSN: 0373-2568, eISSN: 1988-4281

RESEÑA BIBLIOGRÁFICA

Salvador Beato Bergua

Departamento de Geografía
Universidad de Oviedo

https://orcid.org/0000-0001-5538-7685

Copyright: © 2021 CSIC. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia de uso y distribución Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional (CC BY 4.0).

Gómez Zotano, J. y Olmedo Cobo, J.A. (2021): Los bosques de la Serranía de Ronda. Una perspectiva espacio-
temporal
. Editorial La Serranía, Cádiz. 623 pp.

Leo en el volumen 17 de la enciclopedia de El País (Salvat Editores, 2003) que la Serranía de Ronda es una “alineación montañosa del sur de España, situada en el sector occidental de la cordillera Penibética, en Andalucía, provincia de Málaga y Cádiz. Orientada de NE. a SO., la forman de S. a N. los montes de Málaga (1.031 m), sierra Bermeja (1.500 m), sierra de Tolox (1.919 m), que es la máxima altitud de la serranía, y sierra de Ronda”. Esto último no tiene mucho sentido, ni la alusión a los montes de Málaga, pues la Serranía de Ronda comprende las sierras que se levantan desde el río Guadalhorce hasta la campiña jerezana. Dice también que “Estas sierras están constituidas por rocas cristalinas y calcáreas levantadas por el plegamiento alpino”, y es una pena que no exista una pequeña referencia a las estructuras y formaciones litológicas, algunas tan singulares como el afloramiento peridotítico de sierra Bermeja o las unidades complejas de tipo flysh, por ejemplo la de Teba, que tanto condicionan el paisaje rondeño. Ni siquiera hay palabra alguna dedicada a su clima, a las corrientes de agua superficiales ni a las formas del relieve, efectivamente, de marcado dominio morfoestructural pero no por ello menos interesante: las campiñas, los valles y las mesetas, los diapiros, la red hidrográfica superficial y las cuencas hidrogeológicas subterráneas. No olvidemos que la presencia masiva de calizas y su karstificación abren las páginas de un catálogo ingente de formas producidas por la disolución de los materiales carbonatados, también aquellos dolomitizados, tanto en superficie (desfiladeros fluviokársticos, dolinas, lapiaces, bogaces, etc.) como bajo esta (simas, galerías, también las formas debidas a la precipitación de carbonatos…). Pero sin duda, la última frase de la entrada enciclopédica produce verdadero descontento, pues reza que “La vegetación es escasa, pero existen algunos bosques de pinos”. Esta afirmación está cargada de significados. El primero, la estrechez de miras de la persona encargada de esa breve descripción porque entiende que únicamente las formaciones vegetales de porte arbóreo son vegetación. Por otro lado, induce a pensar que ha avanzado mucho el conocimiento biogeográfico general y el de la Serranía de Ronda en particular en los últimos 20 años, pues son bien conocidos ya sus bosques de frondosas y de coníferas, mucho más allá de los pinares. Por último y de la mano de lo anterior, se hace obvio que no existía una obra como la que se va a tratar en esta recensión.

«Los bosques de la Serranía de Ronda. Una perspectiva espacio-temporal» de la Editorial La Serranía constituye un extraordinario compendio de los progresos en el conocimiento de la vegetación de esta compleja unidad, más que serrana, montañosa, llevados a cabo, fundamentalmente, desde las universidades de Granada y Málaga, asimismo de otras instituciones académicas, de divulgación y de gestión, e incluso por alguna empresa privada y asociación. Al Departamento de Análisis Geográfico Regional y Geografía Física de Granada pertenecen laboralmente los editores de la obra, José Gómez Zotano y José Antonio Olmedo Cobo, cuya aportación al conocimiento del paisaje sureño, especialmente de su biogeografía, son motivo de satisfacción para la Geografía española.

En el caso que nos ocupa han editado un hermoso libro, con el incomparable marco de la Serranía de Ronda, en el que coordinan a 38 personas de diversas disciplinas y profesiones para escudriñar cada uno de los rincones serranos; y no sólo estos enclaves en el espacio sino también en el tiempo, pues la evolución de la cubierta vegetal y la dinámica de las formaciones vegetales es atendida igualmente. Así, en su prólogo, los editores anuncian esta perspectiva múltiple, transversal, interdisciplinar, tan necesaria para conocer la idiosincrasia territorial de cualquier lugar y su expresión en forma de paisajes.

A partir de los 28 capítulos y 623 páginas, correcta y cuidadosamente diseñadas desde el punto de vista editorial y estético, personal investigador de reconocida trayectoria académica y profesional como Andrés V. Pérez Torre, Noelia Hidalgo-Triana, Francisca Alba-Sánchez o Raquel Cunill Artigas entre otras, habituales de los congresos españoles de biogeografía, demuestran que la vegetación de la Serranía de Ronda no es (ni ha sido) precisamente escasa o carente de valor, ni mucho menos está reducida a algunas manchas de pinar. En efecto, estas sierras andaluzas constituyen una encrucijada biogeográfica de gran interés, no sólo científico sino cultural e histórico. A través de cuatro sectores biogeográficos diferentes, en los que encontramos importantes matices climáticos y geoecológicos introducidos por la altitud, la orientación de las vertientes, el sustrato litológico y edáfico, etc., se desarrollan encinares, alcornocales, acebuchales, quejigales, castañares, alisedas, fresnedas, todas estas arboledas de variadas características… y, especialmente, quejigales de Quercus faginea y Quercus canariensis, robledales de Quercus pyrenaica y formaciones nemorales de coníferas. Entre estas últimas destacan los pinares de Pinus halepensis y los serpentinícolas de Pinus pinaster pero, sobre manera, los pinsapares de Abies pinsapo. A esta especie y sus doseles se dedican varios capítulos del libro porque, ciertamente, lo merece, toda vez que se encuentran en la Sierra de las Nieves, la de Grazalema y en los Reales de Sierra Bermeja como únicos hábitats dentro de la península ibérica, esto es, exclusivamente en la Serranía de Ronda. Así se analiza su evolución a través de estudios historicistas (consulta de archivos, fotografías aéreas y de paisaje diacrónicas, cartografía histórica) y paleoecológicos (palinología, pedoantracología) descubriendo la importancia espacial de los pinsapares, mucho mayor que en la actualidad a través de registros en los últimos miles de años. No queda ahí la pesquisa porque la biogeografía es mucho más que una disciplina descriptiva y en su clara vocación aplicada se trazan vías para favorecer el estado de estas formaciones vegetales singulares a partir de estudios patrimoniales, de conectividad ecológica y sobre incendios, e incluso de cara al futuro y ante el cambio climático.

Por supuesto, no es el pinsapo el único protagonista de esta obra. Gozan también de una atención especial los pinares resineros, los alcornocales, las dehesas y los castañares, con una clara exposición de su valor e idiosincrasia cultural. Así es que en el catálogo de árboles singulares de este espacio serrano se reconocen 78 individuos, muchos de ellos quejigos, encinas y alcornoques, pero también lentiscos, arces, acebuches, olivos, algunos castaños y los propios pinsapos.

La inmensa muestra fotográfica que contiene este gran libro es un auténtico deleite para la vista, pudiendo disfrutar de muchos de los hermosos paisajes y plantas del sur peninsular. El catálogo de figuras a todo color se completa con mapas de cuidada representación, dibujos artesanales, gráficos de diversa índole y tablas de datos, que contribuyen a la exposición de méritos y motivos que confluyen en la Serranía de Ronda. En definitiva, se trata, esta obra, de un macizo estructural con sus más de 600 páginas en las que, a pesar de las diferencias en las contribuciones, así como de las perspectivas y personas contribuyentes, se encuentra una estructura coherente, una línea argumental y organizativa, también formal y estética, sólida y bien definida, como deberían ser las políticas e iniciativas conservacionistas y de fomento de la cultura y la academia naturalistas. No se trata de vanagloriar los movimientos ecologistas ni de menospreciar las actividades humanas, todo lo contrario: la cultura y los grupos humanos formamos parte de la naturaleza y más bien debemos superar la oposición intelectual entre lo natural y lo cultural si queremos afrontar eficazmente los retos del Cambio Global que demuestran la interacción entre todos los elementos de la biosfera. Así se lee también mediante la perspectiva espaciotemporal que nos brinda este libro sobre los bosques de la Serranía de Ronda, sobre sus enclaves y los usos, los efectos y las causas, el pasado, el presente y el futuro.